La escuela comenzó a crearse en mi cabeza como un sueño en el mismo momento en el que yo me iniciaba en la danza. Siempre tuve claro que un día volvería a Bilbao, a mi casa, con la intención de poner mi granito de arena para que las generaciones futuras de bailarines tuvieran esa primera oportunidad de hacer realidad su sueño de convertirse en bailarines lo más cerca posible de su familia y de sus raíces.

Mi sueño comenzó a convertirse en realidad en septiembre de 2006 cuando inauguré esta escuela, cuyos valores esenciales son el trabajo riguroso, la disciplina y la constancia, cimientos no sólo del ballet clásico sino de cualquier tarea del ser humano. Aunando el esfuerzo de muchas personas involucradas en este proyecto desde sus orígenes, la escuela ha dado ya sus primeros frutos y, a buen seguro, que nos llevará a cumplir más sueños y a conseguir metas más lejanas e importantes.

El objetivo principal de la escuela es que cada alumno aprenda correctamente desde la base los fundamentos del ballet, completando las etapas necesarias y el esfuerzo requerido para una correcta formación, independientemente a que su sueño sea dedicarse como profesional al ballet o simplemente lo practique como ejercicio físico o puro hobby.

Mi aspiración sería formar no sólo a las generaciones venideras del ballet sino también a verdaderos amantes del ballet, del arte y de la cultura, que conformen el público instruido, culto y crítico tan necesario para hacer crecer, evolucionar y revitalizarse al ballet.

El ballet forja el carácter del estudiante con valores como disciplina y esfuerzo, tan útiles en su futuro en la sociedad actual para obtener aquello que anhele en la vida, pero también que el arte de Terpsícore sea el vehículo de acceso al plural mundo de las artes, tan vinculadas entre sí, unas y otras.

El tiempo y el trabajo demostrarán el verdadero alcance de estas palabras y de este sueño.

Igor Yebra