Entradas

Haber sido el primer bailarín no ruso al que Yuri Grigorovich permitió interpretar “Iván, el Terrible”, es uno de los grandes hitos profesionales de Igor Yebra

La carrera profesional de Igor Yebra tomó un nuevo cariz cuando comenzó su internacionalización en 1997. Aún siendo un freelance, el artista bilbaíno considera que ha bebido de tres grandes escuelas y cita como sus principales mentores a Charles Jude, gracias al que conoció la escuela francesa, a Carla Fracci, quien le introdujo en la escuela italiana, y a Yuri Grigorovich, quien le mostró las excelencias de la escuela rusa.

“Tengo la suerte de haber trabajado en los tres países que son la cuna y el porqué de la danza clásica: Italia, Francia y Rusia. Encima en esos tres países he estado apadrinado por tres personas que son baluarte de ello. En Rusia, por Yuri Grigorovich. Cuando a él lo despidieron del Bolshoi, lo primero que hizo fue volver a hacer su ‘Romeo y Julieta’ con el Ballet del Kremlin y en el primer bailarín que pensó fue en mí, porque me había visto en la retransmisión del concurso de Maya Plisetskaya. A mí no se me comunicó porque tenía un contrato con el Australian Ballet. A día de hoy, a día de ayer, a día de anteayer, a mí me dices ir a Rusia a comerte un pedazo de pan y hacer el ‘Romeo y Julieta’ de Grigorovich, dejarlo todo y terminar tu vida allí en Rusia haciendo esas locuras, está claro porque no me lo comunicaron: si me conoces un poco, sabes que me voy a ir allí. Si me fui a las Antípodas, imagínate con una cosa que yo amo y adoro. Me hubiera sumergido, es más, a ellos les hubiera fascinado y me hubiera quedado allí. Más tarde se me volvió a invitar de otra manera e hice su ‘Cascanueces’, su ‘Romeo y Julieta’, su ‘Iván el terrible’ y su ‘Corsario’”, explica Igor Yebra.

Precisamente, fue Grigorovich quien le ofreció una de las mayores oportunidades de su trayectoria cuando le permitió que encarnara el rol protagonista de ‘Iván, el Terrible’ (1975), en el Palacio de Congresos del Kremlin. “Para Grigorovich, su obra cumbre es ‘Iván, el Terrible’. Te invita a bailarlo en Moscú, en el Kremlin, ante 6000 personas; nunca un bailarín no ruso ha hecho esto en Rusia; encima te ponen a ensayarlo con Vladimirov  que es quien creó el papel. Si a eso le añades, que el día que llegas, te llevan a su casa y te encuentras a su mujer, una bailarina increíble -Natalia Bessmértnova –, que te estás comiendo unos huevos fritos en su cocinita. A esos huevos fritos, tú no puedes decepcionarles”, ríe. Finalmente, el 16 de enero de 2004, Igor Yebra hizo realidad uno de sus sueños profesionales y se convirtió en el zar Iván, el Terrible, “es dificilísimo tanto técnicamente como desde el punto de vista dramático. Ha sido un honor y una suerte poder trabajar con el propio Grigorovich y con Yuri Vladimirov, que fue quien estrenó el ballet”, aseguró en su debut.

Un poco de historia sobre ‘Iván, el Terrible’. El Teatro Bolshoi de Moscú acogió el 20 de febrero de 1975 el estreno mundial de ‘Iván, el Terrible’, con coreografía de Yuri Grigorovich y música de Sergei Prokofiev. Ballet en dos actos, los roles protagonistas fueron creados por Natalia Bessmértnova en la piel de la zarina Anastasia (1530-1560) y Yuri Vladimirov, encarnando al zar Iván IV (1530-1584).

La idea partió del compositor y director de orquesta Abram Stasevich, quien reordenó la partitura que Prokofiev había creado para la película ‘Iván, el Terrible’ (1942) de Alexander Nevsky. Stasevich le propuso la idea de crear un ballet a Grigorovich, pero no pudo verlo materializado porque falleció antes. Finalmente, Grigorovich encargó al compositor Mikhail Chulaki los arreglos musicales con los que se estrenó con gran éxito el ballet ‘Iván, el Terrible’.